Infancia, confinamiento y videojuegos
Infancia, confinamiento y videojuegos


Por Mitsi Nieto*


En estos tiempos de aislamiento social uno de los recursos más empleados por los niños y sus padres para pasar el tiempo son los videojuegos, particularmente en las vacaciones. Los niños hoy en día pasan mucho tiempo jugando videojuegos o viendo a otros jugar videojuegos en youtube.  Si bien a los padres no les parece la mejor opción, parecería ser la única oportunidad de tener un respiro o bien de poder encargarse del trabajo, que hoy realizan desde la casa. Todo en el mismo espacio, todo revuelto en este encierro forzado. No hay corte, no hay espacios para cada uno, no hay oportunidad a la subjetivación con el otro social. 
Los padres, por su parte, sí tienen reuniones virtuales y otro tipo de contactos con personas de “afuera”, lo cual les permite mantener ese vínculo con la realidad, tan necesario. Pero ¿Y los niños? ¿Cómo mantienen el “afuera”? ¿Cómo devienen sujetos en medio de tanta endogamia? Las videollamadas a muchos no parecen interesarles, no encuentran "ese algo" del contacto corporal que es tan necesario para sus vínculos. Entonces ¿Son los videojuegos un recurso simbólico para ellos? ¿O es por el contrario un modo de aturdirse y aislarse más, en el confinamiento? 
Como todo en psicoanálisis: es caso por caso, o lo que es lo mismo: Depende. Habría que ver cómo funciona para cada niño ese videojuego en particular, qué expresa de él, de sus conflictos internos, de su angustia. Habría que hablar con él o ella sobre los videojuegos que ve, hacerle preguntas ¿Qué le gusta de este juego? ¿Qué otros videojuegos le gustan? ¿Qué es lo que más disfruta? ¿Qué le permite el videojuego que no puede hacer en la realidad? ¿Expresa algún tipo de emoción que no puede en la cotidianeidad, por ejemplo, el enojo o la agresividad? Y permitirle así poner en palabras, y entonces si, dar paso a lo simbólico, generar un S2, frente al S1 del aparato electrónico y sus monerías, hacer que ALGO signifique ahí donde sólo hay aislamiento y ausencia. Tal vez generar conversaciones con otros amigos de manera virtual sobre los videos o videojuegos, si esto es posible, o bien con los padres, pero intentar que haya interlocución. 
Por otro lado,  regular el tiempo que pasan frente a los electrónicos también sería otro reto importante para los padres. Permitir la falta, que el tiempo pase, que se aburran, que algo se desee y se exploren recursos propios para construir, crear, generar. 
El reto es favorecer que el videojuego no sea un TODO que taponea la falta. Para ello es importante que se ponga un límite, un dique en ese tiempo infinito del videojuego ¿Fijar horarios? ¿Acordar tiempos? ¿Asignar otras actividades? ¿Favorecer el tiempo libre sin videojuegos, solos o acompañados? Cada familia tendría que explorar cuál es la posibilidad de estos artefactos como recursos y qué de eso habría que frenar; y claro, si hay algo de eso que nosotros los adultos no podemos tampoco parar, siempre es buen momento para pedir ayuda profesional.

* Mitsi Nieto Durán es Psicóloga por la UAM Xochimilco; Maestra en Clínica Psicoanalítica por la Universidad de León, España; Maestra en Educación por la UPN; Doctora en Ciencias Sociales, con especialidad en Educación, por la UAM Xochimilco. (Y sí, también es mamá).

Correo: mitsinietod@yahoo.com.mx



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