Hoy conversando por whatsapp con alguien muy querido leí esta frase “en esta etapa de la pandemia siento que el lado obscuro me va ganando cada día”. Me sentí muy identificada con este sentir. Cuando todo esto comenzó, las personas creíamos que serían dos semanas, un mes, pero jamás imaginamos este tiempo y estos efectos en la salud, la economía y por supuesto, en nuestra salud emocional.
Desde la psicología cognitiva, podemos considerar que la inteligencia humana está definida por la capacidad de adaptación, de resolver problemas concretos, prácticos. De nada nos sirve tener tres doctorados si no somos capaces de enfrentar lo adverso para cambiarlo o, cuando no es posible, adaptarnos de la forma menos dolorosa, más constructiva. Eso es la inteligencia.
Desde el psicoanálisis es un poco distinto. Freud reconoció en cierto momento de su carrera, que el sujeto humano estaba regido, determinado por dos grandes fuerzas internas llamadas “pulsiones”, por un lado la sexual o de vida que nos lleva a construir, a crear, a reponernos de las cosas más terribles, que nos permite hacer vínculo con el otro, que nos mueve para vivir. Pero también estaban las otras, las de muerte, de destrucción. Aquella fuerza que representa justo ese lado obscuro de cada sujeto, que con todas nuestras fuerzas intentamos “dominar”, pero que nunca logramos del todo. Lacan vino más tarde a decir que esa fuerza, ese impulso mortífero estaba regido por algo de lo compulsivo, algo que no podemos frenar y que nos duele, pero nos gusta. Lo llamó goce y lo diferenció del placer (energía de vida, pulsión sexual).
En épocas de crisis la pulsión de vida “escasea” por así decirlo, y lo mortal acecha, tomando formas distintas en cada sujeto. Algunos de los modos de goce de esta cuarentena que pueden distinguirse, al menos en el zoom-consultorio, son la obsesión por ser mirado y reconocido en las redes sociales, por sentir que hay un “afuera” sin riesgos. Pero toda la relación con los otros tiene un riesgo, que es que eso que me falta, no lo tenga el otro (como realmente ocurre) y me decepcione y me sienta muy solo (como realmente estamos todos). A algunos les da por consumir en exceso, lo que sea: comida, postres, azúcar, alcohol, tabaco, compras compulsivas, videojuegos, trabajo en exceso y otros. Parecería que algo nos “lleva” hacia esos lugares “destructivos” por llamarlos de algún modo. Es difícil luchar contra eso un mes, dos meses, pero ocho meses, nueve, un año…comienza a hacer estragos en cualquiera. ¿Qué hacer entonces?
Si hubiera una respuesta fácil a eso, creo que todos la estaríamos comprando en Amazon. Definitivamente no la hay. Pero un punto importante es favorecer todo aquello que sea del orden del “placer”, esas cosas que nos hacen bien y no generan culpa. Si lo hacen, hay que regularlas: sólo una copa en la cena; sólo una hora conectados a las redes; sólo uno… o dos, o tres, los que elijas, pero hay que regular.
Otro de los puntos que considero que son fundamentales es no seguir fórmulas, no compararse, no comprarse respuestas fáciles. Si para algo puede servirnos este tiempo como humanidad es para reorientar el paso, entonces, habría que hacer cosas nuevas, preguntas nuevas, vínculos nuevos, hobbies nuevos, dar paso a todas las posibilidades desconocidas hasta ahora, darnos permiso para hacerlo mal, para no cumplir con las expectativas de los otros. No importa tampoco si no somos constantes, si cambiamos todo el tiempo, si no logramos avanzar en eso que parecía una buena idea, porque lo más relevante sería experimentar. Centrarnos en el proceso, más que en el resultado.
Otro punto importante es el generar pequeños proyectos, que ayuden en la construcción un futuro cercano, grato. Hacer planes, reuniones de zoom semanales para discutir una película distinta; hacer videos compartiendo algo de lo que sabes hacer muy bien y compartirlos, participar en cosas que te entusiasmen, las que sean, algo que pueda generar ilusión, futuro, proyectos. Las posibilidades pueden ser infinitas, por ejemplo, salir a explorar una vez por semana un espacio abierto y solitario para andar en bici, leer las obras completas de un autor y comentarlas en un grupo de whatsapp, hacer un retrato de cada uno de tus vecinos o un cuento o un poema. Hacer un ciberlibro de la historia de tu familia. Etc. El punto es que no sea una actividad de un día, sino que pueda generarte un proyecto a un mes, dos meses, un año. No tienes que producir nada, ni ganar dinero, ni sorprender a nadie, sólo generarte una ilusión, marcar un tiempo en la semana, en el mes, en cada día. Si lo haces acompañado, si generas vínculo, la energía vital producida será mucho mayor. Es como una época para darte permisos, para lo bueno, para lo bello, para lo indispensable. ¿Se te ocurre algo? Ojalá que sí.
* Mitsi Nieto Durán es Psicóloga por la UAM Xochimilco, Maestra en Clínica Psicoanalítica por la Universidad de León, en España. Maestra en Educación, por la UPN. Doctora en Ciencias Sociales, con especialidad en Educación, por la UAM Xochimilco.
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