Amores que matan. El estrago materno y el Munchausen en las historias contemporáneas.

Amores que matan

El estrago materno y el Munchausen en las historias contemporáneas.


Por Mitsi Nieto

 

Entre las series de moda han aparecido recientemente dos interesantes historias. Una basada en hechos reales, la otra basada en una novela. Distintos actores, directores, propuestas, pero la idea es la misma, reflejar ese lado obscuro de la maternidad, del que casi nadie habla: la madre que produce malestares físicos o mentales en sus hijos para poder cuidarlos y sobreprotegerlos. Estas series son Sharp Objects y The act.

El Munchausen es un trastorno mental del comportamiento que se manifiesta típicamente en personas adultas al cuidado de otras. De manera característica la persona cuidadora provoca o atribuye a la persona a su cargo enfermedades o trastornos físicos o mentales identificándola como un ser desvalido o con cierta necesidad de un cuidado especial, que sólo ella puede darle. Cuando se da hacia un menor de edad, se considera una forma de maltrato infantil, potencialmente letal (DSM-V).

Suena seguramente como algo completamente loco y ajeno, pero si vemos ambas historias, en realidad encontraremos muchos de esos lugares comunes insertos en la construcción cultural de la maternidad. El sacrificio exaltado, la mujer que deja de ser una persona para dedicarse en cuerpo y alma a sus hijos, dejando atrás sus sueños y hasta su propia sexualidad. Un padre ausente o anulado, que no ha podido cumplir su función, que de acuerdo a Lacan, es la de poner un palo en esas fauces de cocodrilo abiertas, que representa el amor materno, siempre un poco desbordado y a punto de devorar al hijo.

Posiblemente encontramos estos rasgos sobreprotectores y devoradores en muchas madres que se esfuerzan porque sus pequeños sean diagnosticados con TDAH, o con todas las gamas del autismo posible, para justificar su aprensión absoluta e intolerancia a ciertos comportamientos. En algunos casos, los más sutiles quizás, estas mujeres llevan a sus hijos a terapia y los psicólogos las invitamos a participar en la reflexión sobre la problemática de sus hijos, a implicarse y a involucrarse en la solución, apartando un poco la mirada puesta en el niño, para mirarse a ellas mismas. En los peores casos, estas madres acuden a diversos profesionistas de la salud que les dan la razón, medican a los niños y les quitan cualquier posibilidad de reflexión e implicación. Esto es un fenómeno muy cotidiano.

Sin embargo, lo interesante de estas series es que ponen en la mesa un tema que a todas las madres les atañe, que es este exceso de amor, este amor que se vive como infinito, como extremo y que es en cierto modo cegador, incontrolable; que fácilmente puede caer en la sobreprotección, en la invasión, en la anulación de los hijos como sujetos; no desde la violencia más atroz, sino desde los cuidados, la preocupación real, el afecto.

Sin embargo, frente a esta realidad de lo femenino, del sujeto materno, es interesante preguntarnos qué pasa con los hombres, con estos padres ¿Por qué permiten ser excluidos? Si bien muchas de estas mujeres son madres solteras por abandono, también vemos en la historia que otras tantas (como en ambas series) que han anulado la función del partenaire sexual como padre, que no le han permitido ser parte de la crianza, ni poner ningún borde, ningún límite a su amor materno. Quizás habría que reivindicar la función del padre en las sociedades modernas, el padre o su función, que retomando las palabras de Gisela Untoiglich, “al final sí es un sujeto”.

En la serie The Act vemos un padre ausente, un relato materno de abandono y desinterés, pero al final de la historia vemos un padre que fue borrado, que regresa frente al llamado de auxilio de su hija adulta, Gypsy, ya no para poner un límite a la madre, la hija tuvo que matarla para ponerlo, no encontró, no pudo elaborar una solución en lo simbólico y la mata en lo real. Este padre acude ahora para apoyar y auxiliar a la hija, para contar el relato de la historia que le fue borrada y que pudo haberla sostenido de otro modo y darle otra posibilidad que terminar en la cárcel por asesinato en segundo grado.

En la serie Sharp Objects hay un padre odiado por la madre, despreciado: “Eres igual a tu padre, igual de fría, por eso nunca te amé, espero que saberlo sea reparador para ti” le dice su madre a Camille, devastándola, pero también expresando en palabras lo que ella siempre supo: su madre nunca la amó, porque no se dejó enfermar por ella y luego cuidar; como si hicieron sus dos hermanas, a quienes esta madre intentó matar (a una de ellas, con éxito). Camille debe arreglárselas con ese desamor y esa ausencia, pero encuentra sustitutos en su vida adulta en su jefe, un hombre que asume esa función simbólica reparadora.

Las protagonistas de ambas historias deben encontrar por sí mismas una solución, un corte. Gypsy la encuentra en un partenaire-síntoma a quien logra convencer de asesinar a su madre. Camille la encuentra asumiendo el desamor materno, antes que pagar ese amor enfermo con su propia vida. Encuentra otra solución sintomática que es hacerse heridas, cortes en el cuerpo, donde la herida ya está debajo, donde ya duele. El cuerpo que no fue abrazado ni consolado por su madre. La solución de Camille, si bien es muy autodestructiva, es de las dos historias la más elaborada. Camille se va, renuncia a ese amor enfermo y construye otros vínculos, que intenta, sean menos mortíferos.

La reflexión de fondo en ambas series es sobre el estrago materno, esa relación ambivalente por naturaleza, compleja, que no hay que idealizar, pues corremos estos graves riesgos. Una relación muy real, que requiere de otro, un partenaire sexual que haga un corte en ese amor voraz, en el mejor de los casos, pero si no lo hay;  un analista que acompañe este proceso de la madre, un grupo de apoyo o una tribu (que frene la voracidad y el goce, no que lo intensifique, porque también las hay) o cualquier otro recurso resignificante y reparador a partir de otros vínculos.

Al final la solución frente al goce materno devorador no es una sola, hay que construirla y es singular.


* Mitsi Nieto Durán es Psicóloga por la UAM Xochimilco, Maestra en Clínica Psicoanalítica por la Universidad de León, en España. Maestra en Educación, por la UPN. Doctora en Ciencias Sociales, con especialidad en Educación, por la UAM Xochimilco.

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